Vendedores ambulantes que patean la arena con pareos, mallas, gorros, juegos de playa y otros productos aseguran que la temporada viene "muy gasolera", aunque hubo un leve repunte en la segunda quincena.
La venta ambulante en las playas marplatenses forma parte del folklore de cada temporada. Vendedores de churros, gorros, sombrillas, pareos, bebidas frescas y juegos patean día a día la arena y la orilla, y advierten que las ventas este verano vienen “muy flojas”, y aunque hubo un leve repunte en la segunda quincena, aseguran que “la gente se cuida mucho, gasta lo mínimo”.
LA CAPITAL dialogó con vendedores ambulantes de diferentes playas y todos compartieron la misma percepción: “La gente se trae todo y gasta lo justo y necesario”. La mayoría coincide en que se vive una de las temporadas con menos ventas de los últimos años y hay quienes le ponen cifras: “Cayó al menos un 60%”.
La venta ambulante es un rebusque histórico, una salida laboral informal tanto para marplatenses como para personas de otras localidades que llegan a la ciudad en verano a trabajar. En tiempos de ajuste, cada uno vende lo que puede y lo que tiene para hacer una diferencia y ganar algo de dinero.
Nora lleva décadas como vendedora de distintos productos. Su primer verano en esta actividad fue en 1997. “Pasé por todas las etapas de los últimos años de la Argentina”, cuenta desde su puesto ubicado a metros del Torreón del Monje, donde este año vende distintos tipos de gorros, mallas y también algunos vestidos.
“Desde que arrancó el verano la venta viene muy floja. Se venden algunas mallas, sobre todo por los precios, que los pudimos mantener desde el año pasado ($8.000 el conjunto), pero la gente se cuida mucho, estamos vendiendo al menos un 60% menos que otros años”, dijo.
A diario, la vendedora observa cómo la gente “pasa, mira, pregunta pero no compra” e ingresa a la playa “equipados con todo, hasta con sandwichitos, no compran nada extra”. El turismo, según su percepción y experiencia, “este año vino más gasolero que nunca, me hace acordar al 2001″, dijo.
Luciano es una de las características voces cantantes de churros. Camina largos kilómetros bajo el sol con su gran canasto a cuestas vendiendo su producto de “elaboración casera, familiar”. Recorre cada día las playas céntricas pero este verano encuentra que “se vende realmente muy poco”.
“Siempre en verano me los sacan de las manos. Salgo a la hora del mate y la gente compra, pero este verano la gente ya se trae a comida, viene muy flojo. La primera quincena fue mala directamente y en la segunda repuntó un poco, pero nada que ver con otros años”, le contó a este medio.
Alejandro vende mallas, vestidos y pareos en un carro a metros de la orilla entre la Bristol y Las Toscas. “Viene duro el verano, muy flojo. Tratamos de mantener los precios, pero la gente compra muy poco”, dijo, en sintonía con los otros vendedores.
“La primera quincena fue muy mala, en la segunda un poco levantó, pero los turistas cuidan mucho el bolsillo. Hace varios años que vengo a vender, pero esta es la temporada más floja que me acuerdo”, agregó.
Justo detrás de Alejandro, Marcelo se sumó a la charla con su heladera de bebidas frescas a cuesta. “Viva la libertad, no se vende nada”, dijo irónicamente y comentó que “está llena la playa, pero la gente no consume nada, se traen todo”.
El caso de Bruno es particular. Es su tercer verano con un original emprendimiento playero: un carro lleno de productos de electrónica que recorre Varese y Cabo Corrientes de punta a punta.
En su carro carga auriculares, juguetes, parlantes, cargadores, cables y hasta pen drives con música, de 16 y 32 gigas, grabados por él mismo con “las mejores canciones” de cada género y “lo más escuchado”.
“Algo se vende, pero no tanto como otros años, es un verano flojo. La gente compra algún parlante o cargador, pero sobre todo me piden juegos de mesa o pelotas”, dijo.
Su pequeño carro, cubierto con una lona, una sombrilla y con una bandera fluorescente en lo alto que dice “electrónica, auriculares y cargadores”, tiene de todo. “Me las rebusco”, dijo Bruno, quien durante el contacto con LA CAPITAL concretó algunas ventas. “Le puse un cartel que dice pen drive con música, y eso a la gente le llama y algunos me compran”, comentó.
“Es el tercer año que vengo con este carro, siempre acá en Varese”, contó.